Eduardo Arroyo
El pasado 14 de octubre nos dejó Eduardo Arroyo.
Artista polifacético, pintor, escritor, escultor, escenógrafo de ópera, lector incansable, o como a él le gustaba describirse “un escritor que pinta”. Tenía un don especial para cultivar la amistad y era enormemente generoso con su tiempo y con su palabra. Desbordante de cultura y de vitalidad, conversaba con la misma soltura con la que pintaba y cualquier excusa era buena para una tertulia salpicada de anécdotas geniales y risotadas sonoras.
Vivió el proyecto ARRAYÁN desde el primer momento con esa pasión que le caracterizaba, involucrándose y entusiasmándose con nuestras novedades y nuestros avances y llegó a convertirse en nuestro mejor embajador proclamando a los cuatro vientos las bondades de nuestro vino. Nos regaló nuestra primera etiqueta y desde entonces, los “Arroyo“ nos han acompañado en todas nuestras botellas. Su grandeza fue hacernos creer que éramos como él, capaces de asimilar todo lo que él nos quería transmitir y de seguir los vericuetos de los múltiples personajes que vivían en él. Y nosotros le sentíamos tan próximo que aceptábamos con naturalidad ese guiño que nos hacía para no desperdiciar nada de lo que nos contaba y para contagiarnos algo de su genialidad. Los que hemos tenido la suerte de conocerle y tratarle nos sentimos unos privilegiados y eternamente agradecidos porque su forma de entender y exprimir la vida es la gran enseñanza que nos ha dejado su amistad.
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